Lebron James ha anunciado que, cuatro
años después, regresa a Cleveland. Tras una marcha poco menos que
desagradable de la franquicia que le dio sus primeras alas en la NBA,
vuelve ahora siendo la megaestrella que ya apuntaba en los Cavaliers,
con lo único que le faltaba allí para serlo: dos anillos de
campeón.
Dan Gilbert, propietario de los Cavs,
maldijo a Lebron cuando se fue. Su marcha no sentó bien a nadie en
Cleveland, siendo pitado y abucheado cada vez que ha regresado al
Quicken Loans Arena. Pero ahora parece todo olvidado. Como si nunca
hubiera pasado y Lebron siguiera siendo el hijo pródigo de Ohio.
En una “emotiva y lacrimógena”
carta, como algunos la definen, “King James” asegura que hace
cuatro años no se dio cuenta de lo que estaba abandonando, pero que
ahora sí lo valora y sabe lo que significa Cleveland para él.
Llamadme raro, pero yo lo entiendo de forma diferente... hace cuatro
años se fue porque no veía opciones de ganar el anillo con los
Cavs, y ahora regresa porque ve un futuro mucho más apetecible que
en Miami, donde Wade y Bosh han bajado su rendimiento. El resto,
palabrería para volver a ser querido por una ciudad a la que él no
correspondió en su día.
¿Y qué pasa con los Heat? Ese equipo
y esa ciudad a los que había jurado amor, son ahora quienes maldicen
a Lebron por su marcha. Deja tras de sí allí cuatro finales de la
NBA y dos anillos, casi nada. Miami no puede odiarle. Todo lo
contrario, le debe lo que ha sido en estas últimas cuatro
temporadas, el mejor equipo de la NBA. A ellos les toca ahora pensar
en una reestructuración. La marcha de su estrella no tiene por qué
suponer la de sus segundos espadas: Wade y Bosh son la piedra sobre
la que reconstruir su imperio, o más que reconstruir, evitar que se
venga abajo.
Pero eso ya no le importa a Lebron. Se
ha despedido con un especial recuerdo a los propios Wade y Bosh,
asegurando que son sus amigos y eso está por encima de todo. A Pat
Riley, quien le llevó a Miami y construyó ese equipo ganador. Y a
Mario Chalmers, a quien ha calificado como su “hermano pequeño”.
En Cleveland tendrá otro hermano
pequeño al que enseñar a ganar. Kyrie Irving es un base hecho y
derecho, capaz de lo mejor, y llamado ahora a ser un secundario de
lujo para Lebron, como lo fue Wade en los Heat. Los Cavaliers,
además, tienen a Andrew Wiggins, la joya de la corona del draft de
este año. Un jugador llamado a dominar la liga en los próximos
años, al que no se le puede exigir liderar un equipo en su primer
año, pero sí ser un gregario de gran nivel para un equipo que
aspira a todo esta temporada. Lebron, Irving, Wiggins. Probablemente
el mejor de cada generación. Da miedo.
Pero no solo de esos tres nombres
vivirán en Cleveland. Dion Waiters, una de las grandes revelaciones,
ha demostrado estar capacitado para asumir galones cuando sea
necesario, si hay problemas o lesiones. Anderson Varejao, un pívot
de lo mejorcito de la liga, gran reboteador, que tras una larga
lesión seguro que vuelve con ganas de aportar el extra que no pudo
la pasada temporada. Anthony Bennett, número uno del draft del año
pasado, no cumplió con las expectativas pero tiene ante sí la
oportunidad de redimirse. Tristan Thompson, otro gregario de lujo
cumplidor y capaz de aparecer si se le necesita... y un entrenador
como David Blatt que llega con la vitola de campeón de la Euroliga
con el Maccabi de Tel-Aviv y alabado por prensa y aficionados al
baloncesto tras vencer al Real Madrid en la final.
La lista de motivos por los que Lebron
ha decidido volver es larga. Pero al final, se reduce a que estos
Cavs tienen plantilla para ir a por todo. Probablemente sin James
tendrían opciones de llegar lejos. Con él, sus posibilidades se han
disparado, hasta el punto de aparecer como favoritos en muchas
apuestas.
Lebron vuelve a casa. Y quiere hacerlo
por la puerta grande.
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